¿Existe la suerte? por Jürgen Klarić

¿La suerte existe?
Es una pregunta que me hice toda la vida y durante mucho tiempo mi conclusión fue que no, que todo lo que había alcanzado en mi vida era por mi dedicación.
Después de muchos años de estudios antropológicos, viajes por docenas de países y mis propias experiencias, puedo decir que la suerte sí existe y es que hay un hecho en particular que en verdad demuestra que la suerte existe y es quienes son tus padres.
Nadie decide en qué familia nacerá y yo tuve la suerte de ser hijo de unos maravillosos padres bolivianos y una hermana que siempre fue el mejor ejemplo de lo que significa ser un maravilloso ser humano.
Jamás me rompí un hueso o me enfermé, ni siquiera he tenido caries en los dientes.
Me crié en un pequeño parque, de una pequeña ciudad llamada Cochabamba.
Jugué fútbol en las calles, robé higos del árbol del vecino, me columpié en el árbol más bello (que luego cortaron para hacer un edificio). Esas fueron las situaciones que improntaron mi vida.
Crecí en medio de increíbles caballos que me enseñaron el valor de la nobleza y lo importante de trabajar en equipo, a la vez que desde el colegio comenzaba lo que se me enseñaba y me quejaba de que el trinomio cuadrado perfecto no me serviría en la vida. Tuve suerte porque jamás lo necesité.
Mientras tanto, mi madre siempre me mintió, diciéndome que yo era bueno para todo y me la creí.

La suerte me dio la oportunidad de ver en casa a un hombre valiente y que nunca se rendía.
En fin, la mitad del SER de cada uno de nosotros se define por la suerte del entorno en el que nacimos y la gente con la que nos criamos, pero la suerte no define todo, solo la mitad.
La otra mitad es tu completa responsabilidad.

Después de muchos años de estudios antropológicos, viajes por docenas de países y mis propias experiencias, puedo decir que la suerte sí existe y es que hay un hecho en particular que en verdad demuestra que la suerte existe y es quienes son tus padres.
Nadie decide en qué familia nacerá y yo tuve la suerte de ser hijo de unos maravillosos padres bolivianos y una hermana que siempre fue el mejor ejemplo de lo que significa ser un maravilloso ser humano.
Mi vida está llena de suerte...
Jamás me rompí un hueso o me enfermé, ni siquiera he tenido caries en los dientes.
Me crié en un pequeño parque, de una pequeña ciudad llamada Cochabamba.
Jugué fútbol en las calles, robé higos del árbol del vecino, me columpié en el árbol más bello (que luego cortaron para hacer un edificio). Esas fueron las situaciones que improntaron mi vida.
Crecí en medio de increíbles caballos que me enseñaron el valor de la nobleza y lo importante de trabajar en equipo, a la vez que desde el colegio comenzaba lo que se me enseñaba y me quejaba de que el trinomio cuadrado perfecto no me serviría en la vida. Tuve suerte porque jamás lo necesité.
Mientras tanto, mi madre siempre me mintió, diciéndome que yo era bueno para todo y me la creí.

Mi padre me daba una clase de emprendimiento al día, todo en medio de éxitos elocuentes y uno que otro fracaso donde perdimos hasta la casa.
La suerte me dio la oportunidad de ver en casa a un hombre valiente y que nunca se rendía.
En fin, la mitad del SER de cada uno de nosotros se define por la suerte del entorno en el que nacimos y la gente con la que nos criamos, pero la suerte no define todo, solo la mitad.
La otra mitad es tu completa responsabilidad.

Soy un tipo con suerte.